En años sucesivos se continuó con la total rehabilitación del interior del coso, con la reconstrucción de los tendidos, reduciendo el diámetro del ruedo, así como la total sustitución de las cubiertas, mediante la disposición de una arquería logiada, de columnas toscanas de piedra caliza blanca y arcos de medio punto. Sobre esta arquería y el muro de la fachada, se dispuso una cubierta a dos aguas de teja árabe antigua. Una vez que han finalizado todas estas obras, el aspecto actual de la Plaza de Toros de Antequera es radicalmente diferente al que presentaba en 1848, constituyéndose en uno de los más bellos cosos de los que se han levantado en todo el territorio nacional.